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Experiencias

Julio Monge, el educador vasco que emprendió su «sueño de loco» en un pequeño paraje de El Salvador

Por IberCultura

Em04, Ene 2016 | Em | PorIberCultura

Julio Monge, el educador vasco que emprendió su «sueño de loco» en un pequeño paraje de El Salvador

En 1990, durante la guerra civil salvadoreña, un vasco de 26 años descubrió en Chalatenango un espacio para hacer lo que querría: aportar al movimiento popular revolucionario. Desde allí, un departamento históricamente excluido de El Salvador donde se incorporó a un grupo de educadores, Julio Monge empezó un trabajo de teatro popular que hoy es una referencia de arte comunitario en América Latina. A los 51 años, el promotor cultural sigue con su “sueño de locos” en Chalatenango al frente de la Asociación Tiempos Nuevos Teatro (TNT), que creó con los “compañeros de lucha” Irma Orellana y Juan Serrano en 1993. Sabe que tiene en este “Pulgarcito de América” un proyecto de vida, y todavía hay mucho por hacer. «El oxígeno que nos mantiene vivo nos lo da la comunidad, la gente que tiene las mismas aspiraciones, los mismos anhelos de poder vivir bien y en paz».

 

Entrevista/ Julio Monge

 

1. Eres vasco, pero estás en El Salvador desde hace mucho tiempo. ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué te fuiste a vivir ahí? ¿Y por qué te quedaste?

 

Cerro Alemania, noviembre 2013

Cerro Alemania, noviembre 2013

Yo nací en el año 1964 en Bilbao, en el País Vasco. Mi llegada a El Salvador, en el año 90, es un eslabón más en mi proceso personal de compromiso con las que considero causas justas y populares, especialmente de la Patria Grande. Siendo militante de izquierdas en mi país, en los años 80, las simpatías por los procesos que se vivían en Centroamérica eran muy tentadores, y sentía que podía hacer algo más aparte de apoyarlos en la distancia y viendo los acontecimientos desde un televisor. Antes de llegar a El Salvador, apoyé algunas iniciativas en México y en Guatemala. Ya en El Salvador se me abrieron las puertas, en un tiempo donde los espacios de trabajo popular estaban en el ojo del huracán, y ahí encontré mi espacio de aportar al movimiento popular revolucionario.

En Chalatenango estaban dadas las condiciones para incorporarme a la tarea de educación popular, que fue la propuesta que recibí. Recordemos que el nivel de organización comunitaria de esta zona no tenía otro igual en todo el país. Era una realidad que se había construido desde los inicios de la guerra de liberación, desde los años 70, y siempre había mucho por hacer. Yo participaba en un equipo donde coordinábamos más de 30 Escuelas Populares y casi 300 maestros populares, es decir, se había consolidado otro Ministerio de Educación, alternativo al gubernamental, y el gobierno en vez de lápices y cuadernos nos lanzaba desde los aviones bombas y balas. Aún en esas condiciones, casi nunca suspendíamos las clases y logramos escolarizar a toda la población en edad de estudiar.

Todo ello inspirado en la Pedagogía de la Liberación y en su pensador Paulo Freire, a quien tuvimos el honor de conocer en persona una vez terminado el conflicto armado y antes de que nos dejara. En esa coyuntura, decidimos seguir acompañando procesos de cambio a través del arte y la cultura, asunto que nos motiva a seguir por el mismo camino, hasta ahora.

2. Fuiste uno de los fundadores de TNT. ¿Quiénes eran los otros? ¿Por qué decidieron crear la asociación?

Este sueño de locos lo emprendimos inicialmente tres personas, compañeros de lucha durante el conflicto armado, en el mismo territorio chalateco. Irma Orellana, organizadora de la población en resistencia, responsable en aquellos días de la educación popular en todo Chalatenango; Juan Serrano, combatiente de las fuerzas guerrilleras y actual doctor graduado en Cuba, y mi persona somos los que comenzamos. El antecedente de TNT es la participación de los tres en tareas como las mencionadas anteriormente. También participamos en esfuerzos relacionados con la comunicación y propaganda insurgente.

Todavía en la guerra, bajo las balas, hacíamos teatro popular y ya éramos promotores culturales, encargados de crear y dinamizar el sector cultural de las comunidades. Después de la firma de los Acuerdos de Paz, en el año 92, en Chapultepec, México, conformamos oficialmente el grupo que hoy se conoce como Tiempos Nuevos Teatro – TNT aunque en el primer año nos hicimos llamar Teatro El Arado. A decir verdad, fue una forma de reinsertarnos en la sociedad civil, después de una dinámica de guerra, y tratar de aportar a la nueva realidad, desde una trinchera que nos quedaba bien, que nos hacía sentir a gusto, porque eso es indiscutible, los fundadores de TNT, empíricos todos, teníamos aptitudes demostradas para emprender este camino.

Lo que comenzó siendo un pequeño grupo de Teatro Comunitario, derivó con el tiempo, y en diversas fases, en una asociación cultural con propuestas diversas, aparte de mantener la original compañía de teatro, desde hace años con proyección nacional e internacional. El crecimiento del trabajo nos hizo ver que para la sostenibilidad del esfuerzo cultural educativo teníamos que construir una estructura sólida que nos permitiera salir adelante con nuestra misión.

Sao Paulo, diciembre 2014

São Paulo, diciembre 2014

3. Cuando ustedes crearon el grupo Tiempos Nuevos Teatro, estaban saliendo de una guerra, empezando a vivir de otra manera… Aunque el mismo partido político siguiera en el poder. ¿Les parecía que las cosas iban a cambiar de hecho? ¿Era esa la esperanza en los nuevos tiempos, era ese sueño el que les movía?

La firma de los Acuerdos de Paz en el año 92 es un punto de inflexión en la sociedad salvadoreña. Y nosotros, de una u otra manera, éramos supervivientes de esa realidad del conflicto armado. Cuando nos reinsertamos en la dinámica que estaba naciendo, sin temor a que nos mataran por lo que pensábamos y decíamos, vimos la oportunidad de hacerlo desde el ámbito de la educación liberadora, del arte y la cultura liberadores, desde la comunidad.

Y queríamos lanzar ese mensaje a la sociedad, de que venían nuevos tiempos para todos y todas. Y además debían ser mejores para poderlos vivir. Siempre para adelante.

Después de salir del conflicto armado tuvimos cuatro períodos consecutivos, es decir, veinte años, de gobierno de derechas, el mismo que nos hizo la guerra y que firmó posteriormente los Acuerdos de Paz, por presiones de las Naciones Unidas.

Desde el año 2009, hace relativamente poco tiempo, gobierna el FMLN, ahora en su segundo período. Las transformaciones sociales, nuestros sueños y anhelos debemos considerarlos como procesos y metas que son imposibles de alcanzar en cuatro o cinco años.

Hay que estar claro que una cosa es el gobierno y otra el poder. Justamente desde hace un par de años, sobre todo, el Frente, a través de sus empresas vinculadas al ALBA, está disputando una franja importante de poder, en este caso económico, que siempre había estado en manos de la derecha más recalcitrante, que había convertido al gobierno en empleados a su servicio.

Impregnar un nuevo estilo de gobernar, una ética gubernamental, legislación que sanee la administración pública es tarea ardua, que sus frutos no se ven con una mente cortoplacista.

4. Eres un educador, hombre de teatro, promotor cultural… ¿Siempre tuviste la idea de trabajar con la comunidad y para la comunidad?

La razón de ser de TNT, desde su origen, está ligada a la comunidad. Como decía nuestro Jon Cortina, jesuita incondicional desde los primeros pasos del grupo, fallecido en el año 2005: “Lo más importante es acompañar a la gente. Nunca podremos hablar si no estamos con ellos…y una vez con ellos nuestro trabajo tiene que dar esperanza y aliento”.

El oxígeno que nos mantiene vivo nos lo da la comunidad, la gente que tiene las mismas aspiraciones, los mismos anhelos de poder vivir bien y en paz. Sin ellos y sin ellas, nuestra misión no tendría sentido y ya nos hubiéramos disuelto hace ratos.

5. TNT es un referente en arte comunitario para el continente. ¿La decisión de seguir en la zona rural, en un pueblo de 1.300 habitantes, es para marcar la idea “del patio de casa al mundo”?

TNT nace con una vocación comunitaria y ahí sigue, después de más de dos décadas de trabajo ininterrumpido, con todos los aciertos y también los errores. Muchas fueron las insinuaciones de que emigrásemos a la ciudad, a la capital del país, donde pensaban que estaríamos mejor ubicados para desarrollar nuestro trabajo.

En nuestra organización pesa mucho el arraigo, el sentirnos rodeados y acuerpados por nuestra gente, por la que confía en nuestro aporte al desarrollo local. Todavía en el campo se respira ese modo de vida, cosa nada fácil en un entorno urbano o semi rural. En un pueblo pequeño, tu grado de incidencia es mucho más elevado que perdido en la gran urbe, donde no conoces a casi nadie. En nuestra zona, para bien o para mal, nos conocemos todos, sabemos de sus orígenes, sus relaciones familiares y sociales.

También tomamos la decisión en su momento, de quedarnos en las comunidades de Chalatenango, porque sentimos que estamos siempre en deuda con las personas que nos protegieron y nos siguen protegiendo, la misma gente que puso incluso su vida en peligro por acuerparnos, y eso no tiene precio que se pueda remunerar. Nosotros queremos entregar a esa gente lo mejor de nuestro trabajo, y lo hacemos con mucho gusto.

Otro factor determinante para ubicarnos en un pueblo tan pequeño fue para demostrar al país que con esmero y creatividad se puede salir adelante, en cualquier espacio que te lo propongas, contribuyendo a la descentralización que tanto pregonan nuestros gobiernos pero que tan poco hacen por hacerla realidad.

En fin, podemos decir orgullosamente que nuestra sede principal, el Centro Cultural Jon Cortina, se encuentra en un pequeño paraje de un departamento, Chalatenango, históricamente excluido, y que nos proyectamos y posicionamos en todo el país y el mundo.

Centro Cultural Jon Cortina, abril 2014

Centro Cultural Jon Cortina, abril 2014

6. Ustedes hacen parte de varias redes, locales, regionales, internacionales. ¿La idea de integración, de conexión con otros países, siempre estuvo presente?

Cuando TNT toma la decisión estratégica de replegarnos a la comunidad, en vez de marcharnos a la gran ciudad, lo hacemos después de constatar un pequeño y al mismo tiempo importante detalle, ya para el año 2008: que en San Antonio Los Ranchos había posibilidades de internet, es decir, de poder estar conectados con el mundo. Una vez resuelto ese asunto, lo demás era añadidura.

Desde sus orígenes TNT ha considerado de importancia vital el hecho de estar conectados, ya que al operar desde el campo, muy apartados “de la civilización” era nuestra única manera de sostenibilidad.

Una de las máximas en nuestra organización es cultivar las relaciones positivas, con el espectro más amplio posible. Quizás, como decía un maestro, nuestro principal tesoro. Por eso, consideramos lógico hacer parte común con otras organizaciones haciendo cosas similares en sus respectivos contextos. Nada forzado, encontrándonos en el camino en el momento indicado, y agarrando también caminos separados cuando fuera el caso.

De ahí nuestra realidad, tan “enredada” desde lo local, nacional, regional e internacional, con mucho énfasis en los procesos de América Latina.

7. ¿Piensas un día volver (a vivir) a Bilbao? ¿O a España?

El corazón está en ambos lados con la misma intensidad. La distancia no tiene por qué provocar el olvido. El arraigo, la nostalgia y los recuerdos siempre me acompañan. En mi trabajo apenas existe el concepto de viajar en vacaciones, así que aprovecho las giras teatrales y los festivales por Europa para acercarme a la tierra que me vio nacer, a donde están familia y amistades.

De momento, no tengo previsto regresar de forma definitiva a mi País Vasco. En este Pulgarcito de América, en la Patria Grande, tengo un proyecto de vida y de alto compromiso y todavía hay mucho por hacer.

 

(**Texto publicado en 4 de enero de 2016)

 

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